Era judío italiano. Estudió pintura en Florencia y luego en Venecia. Se trasladó a Paris.
Uno de sus mejores amigos fue el poeta Sborowski. También Ortiz de Zárate y Kisling.
Desde siempre tuvo rasgos de tuberculoso. Más adelante cayó en el infierno de las drogas. Para sus conocidos, solo era “Modi”.
Acumuló tantas amantes como borracheras, cada día más monumentales. Probó el hachís gracias (o desgracias) a otro ¿amigo?, el pintor Utrillo.
Manuel Ortiz de Zárate le llevaba semanalmente carbón para que se calentara, puesto que el pintor en ocasiones quemaba algunos de sus dibujos para hacer fuego. Aunque también, muchas veces sin un motivo determinado los rompía o simplemente los regalaba en los cafés a los que asistía.
Enamorado desde siempre, su última pareja (y última modelo) fue la pintora Jeanne Hèbüterne, una jovencita quince años menor que él, madre de la única hija del pintor. ¿De qué vivían? De comidas miserables y atroces incomodidades.
Se conservan poco más de trescientas pinturas y varias esculturas. Tal vez igual número fueron destruidas en momentos de desesperación. Rasgos característicos de sus obras son los cuerpos sugerentes, estilizados, rostros ovalados, ojos almendrados generalmente sin pupilas, los cuellos largos y las ropas sin demasiados detalles. En muchos de sus desnudos, el personaje mira hacia el espectador, como queriendo entrar en contacto con él.
Falleció a los treinta y cinco años. Ahogado por el alcohol y las drogas, pobre al extremo, después de una semana de terrible agonía, durante la cual con su pareja permanecen solos, sin comida y sin pedir ayuda a nadie.
Al no saber nada de él, Ortiz de Zárate echa abajo la puerta del cuchitril en que el pintor y Jeanne vivían. Ahí estaban en medio de botellas y latas de sardinas vacías, Jeanne, embarazada de ocho meses, bella y pura hasta dar miedo, ella retratándolo a lápiz, con su mansedumbre acostumbrada, y una lasitud… desfalleciente.
Finalmente el pintor muere en un hospital de Paris de meningitis tuberculosa. Su amigo Kisling relata que cuando se lo comunicaran a ella, lanzó un grito desgarrador, terrible y estridente. Su único grito. El más terrible que ha podido lanzar una mujer frente al cuerpo sin vida de un hombre… de su hombre. La joven pareja de Modi, tenía veinte años. Pocas horas después se suicida lanzándose desde la ventana del departamento en que vivían. No concebía la vida sin él.
Su entierro fue financiado por amigos, amantes, pintores, músicos, poetas que lo acompañaron hasta el cementerio Père-Lachaise de Paris.
Jeanne Hèbüterne fue sepultada a su lado. No podría haber sido de otro modo.
Extracto de:
«Ensayos breves».
Contiene ensayos breves.